Finalmente se ha aprobado la maravillosa ley anti-tabaco. En un ejercicio legislativo que derrocha sabiduría y buen hacer, ha visto la luz una ley para enmarcar.
No haré mención a los hosteleros que realizaron costosas inversiones para adecuar sus locales, que ahora podrán aprovechar las mamparas para comensales con problemas de sudoración excesiva, por ejemplo.
Tampoco entraremos a valorar la prohibición de fumar a las puertas de los hospitales ya que el humo del tabaco consumido en la calle se cuela por las ventanas selladas, ahogando así a los pacientes.
Lo más acertado, a mi entender, son las excepciones. Así pues, se podrá fumar en cárceles y psiquiátricos (no sea que se amotinen y líen un pollo). También se podrá fumar en las residencias de la tercera edad (total, para lo que les queda, que mueran felices).
Pero lo más coherente es que se pueda seguir fumando en los campos de futbol. Si tenemos en cuenta que en los estadios pueden entrar menores, podremos disfrutar del placer de fumar un buen habano ahumando al niño que tengamos al lado. El futbol es el deporte rey y todo vale.
También se podrá volver a vender tabaco en bares y gasolineras. Otra fuente de ingresos será lo ingresado por las denuncias. A ver si va a resultar que detrás de toda esta historia sólo hay interés económico…(no, no lo creo ¿verdad?).
Aunque, si lo que les preocupa es la salud ¿Por qué no se prohíbe la venta de tabaco y nos dejamos de leyes absurdas?
Gracias por hacernos sentir como Jack el Destripador.
Un fumador,
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